En el informe de panorama bancario para el segundo semestre, S&P Global Ratings proyecta que el sistema bancario argentino muestra señales de mejora gradual, aunque persisten desafíos importantes derivados de la fragilidad del soberano.
Los bancos han disminuido su exposición a instrumentos del Banco Central y del Tesoro, lo que limita la rentabilidad inmediata pero favorece un aumento del crédito al sector privado.
A pesar de los cambios en la composición de activos y la distribución de dividendos, los indicadores de liquidez y capital regulatorio se mantienen sólidos gracias a la generación sostenida de utilidades.
«El gobierno ha avanzado en la reducción del déficit fiscal, la desaceleración de la inflación y el saneamiento del balance del Banco Central, lo que ha comenzado a reflejarse en una mayor estabilidad del sector financiero», estudian.
Para 2025 se espera que los bancos sigan siendo rentables en términos reales, aunque en niveles más bajos que en 2024, en un contexto de tasas de interés más bajas, inflación contenida y expansión del crédito.
La morosidad ha aumentado del 1,6% al 2,2% entre diciembre y abril, como resultado del crecimiento del crédito, pero se considera que el deterioro será manejable por el perfil conservador de los bancos y sus provisiones adecuadas.
«La estabilidad del sistema dependerá en gran parte del respaldo político a la agenda de reformas del gobierno. Un resultado favorable en las elecciones legislativas sería clave para sostener las mejoras económicas y afianzar la confianza en los depósitos, lo que contribuiría a mantener una tendencia estable en el riesgo del sistema bancario», concluyen.



