El 20 de enero de este año, el político republicano Donald Trump asumió como el 47º presidente de los Estados Unidos, su segundo gobierno luego del mandato que cumplió entre 2017 y 2021. Es esta oportunidad, Trump aplicó a una vieja -pero renovada- receta al anunciar aranceles al comercio con gran parte de las economías del mundo.
Al comienzo del mes de abril, en una jornada nombrada como el “Día de la Liberación”, el mandatario norteamericano liberó un paquete de aranceles a nivel global sobre los impuestos de importación. Los productos de Argentina, Brasil y Colombia fueron gravados con un 10%. Bajo esta premisa, Trump prometió implementar tarifas recíprocas a los países que aplican impuestos a la importación de productos estadounidenses.
Además, anunció una tarifa del 20% sobre la Unión Europea, 34% sobre China, 46% sobre otro país, 20% sobre la Unión Europea, 25% sobre Corea del Sur, 26% sobre India y 10% sobre el Reino Unido. Así como un 25% a Canadá y México, países con los que conforma el llamado T-MEC, un acuerdo comercial que reemplaza al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
A pesar del impacto en los mercados que se derrumbaron a nivel global, dos meses después, el magnate redobló la apuesta al anunciar que duplicaría las tarifas sobre acero y aluminio importados, pasando del 25% al 50% a partir del 4 de junio de 2025.
La medida fue justificada con motivo de buscar proteger la industria siderúrgica estadounidense y mantener empleos en Estados Unidos.
Según datos de la administración norteamericana, el país es el mayor importador de acero del mundo, después de la Unión Europea, y obtiene la mayor parte del metal de Canadá, Brasil, México y Corea del Sur.
El aumento de estas tarifas debería beneficiar a los productores nacionales al permitirles aumentar los precios, pero también podría provocar represalias de socios comerciales como la Unión Europea y demás países.

Impactos
El impacto directo de los aranceles en Latinoamérica será proporcional sobre la dependencia que cada país tenga del comercio con Estados Unidos. Según cálculos de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL), alrededor del 80% de las exportaciones de bienes de México y entre el 30% y el 60% de las de América Central y el Caribe tienen como destino Estados Unidos, lo que los deja especialmente expuestos.
En cambio, los países sudamericanos exportan en conjunto menos del 18% de sus productos a Estados Unidos, salvo Ecuador (22%) y Colombia (32%); en Argentina, Brasil y Uruguay, la proporción es inferior al 10%.
El organismo multilateral sugiere que América Latina debería solidarizarse entre sí profundizando una integración económica, como plan a futuro, de modo de no quedar tan expuesta a los vaivenes globales. Recomienda centrarse en compartir tecnología, facilitar el comercio, armonizar las regulaciones, desarrollar cadenas de valor regionales y crear corredores logísticos, además de fortalecer la capacidad de previsión estratégica de la región, entre otros puntos.
Comercio con Argentina
Estados Unidos es el segundo socio comercial de Argentina fuera del Mercosur y principal inversor extranjero en el país, jugando un rol clave en sectores como la agroindustria, la energía, la minería y la economía del conocimiento.
Según un reporte de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en Argentina (Amcham) la nación norteamericana se posiciona como el principal inversor extranjero directo en Argentina, con un 18% del stock total de Inversión Extranjera Directa (IED), equivalente a más de US$ 165.000 millones.
La balanza comercial entre ambos países refleja un déficit para Argentina de aproximadamente US$ 2.700 millones anuales en el período 2015-2023. Sin embargo, en 2024, se logró un superávit de US$ 302 millones, debido a una caída en las importaciones y un leve crecimiento de las exportaciones.
A lo largo de los años, Argentina y Estados Unidos han establecido acuerdos para fortalecer la cooperación económica como el Trade and Investment Framework Agreement (TIFA) que fue firmado en 2016, para facilitar el comercio, mejorar la protección de la propiedad intelectual, promover la cooperación agrícola, compartir las mejoras practicas regulatorias.
Además, está el Memorando de entendimiento sobre minerales críticos de 2024 que refuerza la colaboración en el abastecimiento de litio y otros recursos estratégicos.
Finalmente, se cuenta con el diálogo Comercial Estados Unidos-Argentina de 2016 que promueve el desarrollo de las PYMEs y la reducción de barreras comerciales.
La entidad califica a la relación comercial como sólida, con oportunidades de crecimiento en múltiples sectores, sin embargo, explica que para fortalecer este vínculo, es clave avanzar en la reducción de barreras comerciales, consolidar acuerdos estratégicos y mejorar el clima de negocios en Argentina.
Según Amcham, la estabilidad macroeconómica y una mayor seguridad jurídica serán fundamentales para atraer inversiones y potenciar el comercio bilateral.



