A pesar de la fuerte pérdida del poder adquisitivo de los salarios en Argentina en los últimos años, el consumo de carne no observa una restricción significativa, especialmente de cortes más caros como la carne vacuna, estudia Rosgan.
Aunque el aumento de precios ha sido notable, particularmente en la carne vacuna, el efecto de sustitución de bienes que se espera en períodos de pérdida real de ingresos no se ha manifestado en el consumo de carne.
Los datos del INDEC muestran un claro deterioro del poder de compra de los consumidores argentinos, con un incremento notable del índice general de salarios en comparación con el aumento de precios al consumidor (IPC). Sin embargo, a pesar de esta situación, el consumo total de carne ha permanecido relativamente estable, con un ligero aumento en 2023.
El consumo de carne vacuna parece haber encontrado un piso del cual se resiste a caer, a pesar de los cambios en la composición del consumo total de carnes, donde la carne vacuna ha perdido terreno frente al pollo y al cerdo.
Este proceso de sustitución no se asocia exclusivamente a un efecto ingreso, sino que también refleja una tendencia hacia la incorporación de carnes alternativas, como resultado del crecimiento en la producción y comercialización interna de estas carnes.
Aunque los precios de la carne han aumentado considerablemente en el último año, en términos reales, los precios siguen siendo más bajos que hace tres años. Esto se debe en parte a la abundante oferta de carne en un contexto de alta salida de hacienda debido a la sequía.
Sin embargo, es probable que esta relativa estabilidad en los precios se vea desafiada a medida que disminuya la cantidad de hacienda disponible para la faena en los próximos meses, lo que pondrá a
prueba la verdadera elasticidad del consumo de carne vacuna frente a aumentos sostenidos de precios.
Rigoberto Horacio Vera / Agencia CMA Safras